domingo, 31 de octubre de 2004

DRAMATURGOS

Llegaste a mi vida plana, sin más altibajos que la conciencia de esa planicie, quiso el Destino cruzarnos. Y ese Destino, que no se si anda escrito, jugó a Celestina con nuestras miradas.
Tú fuiste Calixto y yo Melibea.
Como aprendices inexpertos nos buscábamos entre la sorpresa y las ansias. Descubrirte fue nacer. Que en mí antes, la vida me comía, me agotaba las ganas de latir, me sorbía el aliento de ser. Y tú, caballero de espada en mano, llegabas y arrasabas mis dragones con un simple "tranquila mi niña".
Entonces fue el Tiempo quién quiso jugar, y fui Penélope para mi Ulises.
Tejía y tejo el tapiz de la espera con los hilos de mi pena. Bordo confianza ciega y muestro ese bordado a cuantos te pretenden el puesto, a quienes te creen Enrique VIII y a mi, tu Ana Bolena. Y me duelen las manos, me queman los dedos de tejer y tejer nuestro cariño.
No quiera la Vida, esa, la glotona de sueños humanos, llevarnos a Verona.
¡No quiero un Romeo!... que ya estoy mayor y no doy de Julieta.
Seamos simplemente Tú y Yo si nos dejan y si existe ese Dios en el que no crees, tan sólo le pido una cosa; que nos deje ser los autores de nuestra obra.
¿Es mucho pedir?


Rescatado de mi blog en ya.com

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