Xelo, mi compañera, se puso a recordar anécdotas de cuando ella trabajaba en el hospital universitario. Yo acabé llorando de la risa. Bueno, yo y todo dios que la escuchó. Os cuento.
Abuelito, el típico labrador que no ha estado enfermo en su vida, que acude al servicio de radiodiagnóstico con vía cogida (gotero sujeto a una especie de palo con ruedas). Radiólogo, el típico médico inexpresivo que no cambia de cara ni para estornudar. Xelo no ha sabido explicarme qué tipo de prueba le iban a realizar, pero la cuestión es que el señor debe de quedarse desnudo para hacérsela.
El radiólogo desde el cuarto de disparos le dice al anciano por el altavoz;
-Ahora, cójase los testículos y no respire- Voz inexpresiva.
El anciano mira a derecha… mira a izquierda… y todo decidido se agarra de la barra del gotero. Los auxiliares de rayos muertos de la risa pero el médico, tranquilamente le dice al anciano;
-Muy bien, ahora suéltese los testículos, cójase los cojones… Y NO RESPIRE!
Hecho real según Xelo.
Si estoy allí me ingresan con la mandíbula encajada.
Rescatado de mi blog en ya.com
1 comentarios:
Jajajaja, me encanta esta anécdota, y es que hay que ser claros ¡coño! Jajajaja, en fin... espero haber rescatado una sonrisa porque sabes que ni en sueños digo eso :(
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