sábado, 6 de noviembre de 2004

LA SOGA

Mi bata blanca me pesó como nunca. Quisiera no ver, no saber. Renunciar a cuanto soy y vivir en la paz de la ignorancia. Cuánto duele esa mirada.
Una súplica de alivio buscando en mis palabras un hierro ardiente al que aferrarse.
Que amargas mis lágrimas. Esas, las secas, las que nadie puede saber en mis ojos.
Y no tengo consuelo, ni siquiera respuestas para este enfermo que me afecta.
¿Qué se le dice a un padre , mi padre, cuando te pregunta como médico?
Mi bata pesa.
Mi bata quema.
Mi bata hoy fue mi soga.

P.D.Disculpadme, pero no quisiera comentarios en este post.


Rescatado de mi blog en ya.com

0 comentarios: