jueves, 11 de noviembre de 2004

AUN QUE PAREZCA MENTIRA

Estoy muy muy indignada y para poder contar el porqué antes voy a definir mi postura respecto a algunos temas.
Ni como mujer abortaría, ni como médico practicaría un aborto.
Pero esa es mi opción. Una parte de mi moral. Y como toda moral es un código individual y privado, sólo aplicable cuando se escoge libremente.
Otra cosa es la ética, normas desvestidas de los conceptos del bien y el mal y regidas por lo correcto o incorrecto.
Cuando me enfrento a una persona, paciente o no, intento no olvidar que es la ética y no la moral lo que debe regir mis decisiones respecto a ella. Así que cuando una mujer (o niña, que también me ha pasado) acude a mi en demanda de ayuda con un embarazo no deseado, les facilito una dirección para que libremente escojan según sus circunstancias.
Y no las juzgo. No soy quien. Porque mi opción la tengo clara, no lo haría. Pero igualmente tengo claro que es una decisión intima y personal, determinada por muchas circunstancias que van más allá de un “marco moral o legal”. La mujer debería ser libre de tomar su decisión, siempre en el tiempo en el que no podemos hablar de vida sino de potencia de vida
Dicho lo cual, sobra decir que cualquier método anticonceptivo, bien hormonal (la píldora, la inyección mensual, etc) como los de barrera (condones ) o los DIU son algo que considero imprescindible en nuestras vidas. Que nos ayuda a equipar libertades (hoy la mujer puede disfrutar tan libremente de su sexualidad como el hombre). Que evita la transmisión de enfermedades potencialmente mortales y… por supuesto, embarazos no deseados.
Vamos, es algo que considero de sentido común. Pero por lo visto me equivoco.
Cual no será mi sorpresa cuando me entero de que en un pueblo de la periferia de mi ciudad (Quart de Poblet, en Valencia), de unos 35.000 habitantes no se puede comprar pastillas anticonceptivas.
Y no se puede porque una señora farmacéutica ( del Opus según me contaron) ha establecido algo así como un pacto con el resto de farmacias del pueblo para que en ninguna se dispensen.
No alcanzo a entender qué argumentos habrá empleado para lograr tal despropósito. Los que circulan por su cabeza para obcecarse en semejante estupidez ni me los planteo ni me importan. Pero no lo entiendo. Os juro que no lo entiendo.
Si no quiere tomarse anticonceptivos y tener 18 hijos, perfecto, es su opción. Me alegro, sobre todo si los puede mantener, que los índices de natalidad andan cojos. Pero con qué derecho se otorga a si misma la potestad de decidir cuando y cómo practican el sexo el resto de la población? ¿qué ocurre con las mujeres que toman anticonceptivos como tratamiento de dismenorreas y otras alteraciones ginecológicas?
En fin, si decidís visitar mi tierra y os alojáis en Quart… venid prevenidos.
Quedáis avisados.

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1 comentarios:

Sefarad me dijo:

Imagino que habrá tirado rocas al barco y no diré el adjetivo que sigue porque me parece hasta desagradable, prefiero llamarlo 'interrupción del embarazo'. Sé que la palabra aborto es eso pero no sé, queda ligada también a aquello que es despectivo, feo... no me gusta.

Yo no puedo opinar, este es un tema que me supera porque soy hombre y como tal, no me puedo quedar embarazado, así que las únicas que podéis comentar algo sois vosotras. Incluso, si yo tuviera pareja y quedara embarazada, si decidiera no tener ese niño, yo debería de aceptar, es su cuerpo, su decisión, es la que sufrirá (algunos embarazos no son nada agradables).

Que aborte quien lo necesite porque señores y señoras, la que aborta lo hace por necesidad, no un capricho. Dicho por alguien que conoce a alguien que lo hizo y a quien acompañé (su novio se negó).